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  • Foto del escritorJoonie Park

Limerencia - Capítulo 4

Desperté a las 6:57, siempre me pasaba lo mismo, me despertaba unos minutos antes de que sonara el despertador.


Araya seguía en la misma posición, aunque a diferencia de ayer tenía el pelo revuelto y la boca abierta, empapando mi camiseta de saliva, causándome gracia y ternura.


Me encantaba verla de aquella manera, la hacía verse más humana y no tan idealizada como la tenía.

Me levanté con cuidado de no despertarla, apagué el despertador para que no sonara y fui a darme una ducha rápida antes de vestirme, no podía tardar mucho ya que tenía que ir a la casa de Araya antes de llevarla al instituto, para que pudiera ponerse su ropa y coger las cosas que necesitara para sus clases.


Araya se había quedado dormida con el uniforme del instituto puesto, uniforme que no me atreví a cambiar por un cómodo pijama, haciendo que se quedara así toda la noche.


Hice el desayuno para ambos, algo sencillo, unas tostadas con aceite y un café.


Cuando terminé de preparar el desayuno apareció una Araya adormilada.


—¿Qué hora es? —preguntó a la vez que se frotaba los ojos.


—Las 7:10. Siéntate, deberías desayunar —dije con un café en la mano.


—Voy —obedeció— Jungkook necesito ir a mi casa a por unos libros y para coger algo de ropa —informó sentándose lista para tomar el desayuno.


—Claro —asentí—, no te preocupes, en cuanto termines de desayunar iremos a tu casa para que te cambies y cojas lo que necesites —contesté con una sonrisa.


Se veía tan guapa por la mañana.


—Jungkook, yo... es decir ¿qué va a pasar conmigo? ¿Me voy a quedar con los abuelos?


—No, tu padre me pidió que me hiciera cargo de ti. Los abuelos ya están mayores, así que te quedarás conmigo, esta tarde cuando salgas del instituto iremos de nuevo a tu casa, con más tiempo, para que cojas ropa o lo que necesites.


—¿Dónde voy a dormir? ¿en tu cuarto?


—No, eso es provisional, no te preocupes tendrás tu propia habitación. Sacaré las cosas de mi despacho y pondremos tu cama ahí. La habitación es espaciosa, y puedes decorarla a tu gusto. Esta misma tarde empezaré a quitar las cosas.


—Gracias —habló dedicándome una pequeña sonrisa.


Aún podía verse como sus ojos seguían algo hinchados, a causa del llanto de ayer. Podía notar en la manera que me sonreía que aún no se encontraba bien.


—Vamos que se nos hace tarde —articulé para después dirigirme hacia mi habitación y coger mi pistola, si no nos íbamos ya, llegaría tarde al trabajo.


Volví a la cocina donde Araya ya había terminado su desayuno.


—Vamos preciosa, llegaremos tarde si no nos vamos ya.


—Voy.


Después de un largo camino en coche al ritmo de Not Today de Bts íbamos Araya y yo cantando a todo pulmón, no era fan acérrimo de ningún grupo en especial, pero he de admitir que esa canción era buena, y me ponía de buen humor.


Llegamos a su casa, Araya subió a su cuarto para ducharse y cambiarse, mientras yo recogía un poco la casa, la cual aún conservaba el olor de HoSeok.


No pude evitar que la nostalgia me invadiera al acordarme de todos los momentos vividos en aquella casa, la misma que compró cuando la madre de Araya falleció.


Recuerdos de aquel joven Jungkook vinieron a mi haciéndome sonreír, nunca hubiera imaginado que las cosas cambiarían tanto desde entonces.


Ya eran las 7:45 y Araya no bajaba, así que decidí llamarla. Subí y me quedé en la puerta de su cuarto.

Toqué un par de veces la puerta con mis nudillos.


—¿Araya estás lista ya?


—Si, enseguida salgo —contestó al otro lado de la puerta.


—Está bien te espero en el coche, no tardes.


Una vez metido en el coche Araya no tardó mucho en aparecer.


—Ya estoy —habló sentándose en el asiento del copiloto.


—Araya dile a tu tutor que me gustaría hablar con él.


—¿De qué?


—De ti. Ahora soy tu tutor legal y tengo que estar al tanto de todo —comenté siendo consciente de la responsabilidad que acarrea ser su tutor legal.


—Está bien, se lo diré.


No tardamos demasiado en llegar al Instituto, donde Araya se bajó del coche, no sin antes dejar un beso en mi mejilla, dejándome disfrutar de la sensación de tener sus labios posados sobre mi piel, aunque esta sólo fuera la de mi mejilla.


Observé cómo se adentraba en aquella institución.


Suspiré echando la cabeza hacia atrás, esto iba a ser difícil.


Alejé mis pensamientos y me dirigí hacia comisaría, últimamente tenía demasiado trabajo por hacer, cosa que no me sorprendía pues no se podía esperar menos de un puesto como el mío.


Ser el inspector jefe de narcóticos conllevaba estar al tanto de todos los movimientos que provenían de los poderosos narcotraficantes de Seúl.


Confiscar un buen alijo no era algo complicado, tan sólo teníamos que esperar un soplo de nuestros contactos para saber la hora y el lugar, lo complicado era que cayeran los peces gordos, esos que nunca se dejaban ver.


Estaba con los demás miembros de mi equipo investigando acerca de los últimos movimientos de los Kwon, la familia de narcotraficantes que se encargaba de distribuir toda la droga por Seúl, básicamente los reyes del narcotráfico.


Últimamente no recibíamos ningún soplo y aquello me desconcertada, la ausencia de movimiento por parte de los Kwon era algo que me quitaba ligeramente el sueño, podía tratarse de algún gran cargamento o simplemente que la prima de los Kwon fuera a contraer matrimonio, podía tratarse de cualquier cosa.


Mi teléfono comenzó a vibrar haciéndome apartar mi vista de los papeles que ocupaban aquella mesa.


—¿Diga?


—Inspector Jeon, soy Parris, de homicidios, le necesitamos a usted y a su equipo aquí, en la calle paralela al río Han.


—¿A nosotros? ¿Para qué nos necesitan en homicidios? —pregunté algo desconcertado.


—Hemos encontrado al menor de los hermanos Kwon, muerto. Os necesitamos aquí lo más pronto posible.


Esa información me hizo levantarme de un salto.


—Estaremos allí en 10 minutos.


Aquello era peor de lo que pensaba.


—Chicos nos vamos, han matado al pequeño de los Kwon —comuniqué a mi equipo antes de marcharnos todos juntos hacía la escena del crimen.


Cuando llegué hablé con el inspector Parris, no era de aquí, era americano, tenía el pelo rubio oscuro y los ojos claros, diría que rondaba los cuarenta y tantos.


—Parris —llamé captando su atención—. ¿Qué tenemos?


—Es el pequeño de los Kwon, lo han encontrado a las 10, parece ser que lleva muerto desde las 1 de la mañana aproximadamente —habló guiándome hacia el lugar del crimen.


Cuando Parris levantó la tela que lo cubría, lo vi, tenía la cara llena de golpes, su garganta había sido seccionada horizontalmente, por donde sacaron su lengua.


—Le han hecho una corbata colombiana, ¿sabes lo que significa? —preguntó Parris serio.


—Si, la guerra.



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Aquí os dejo el cuarto capítulo de Limerencia 🥰


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Muchas gracias por leer 💜💜💜


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