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  • Foto del escritorJoonie Park

Limerencia - Capítulo 2

En el momento que Araya me vio se acercó a mí con una gran sonrisa en el rostro, se veía hermosa cuando sonreía. Abrazó mi cuerpo, dejando que el aroma a chicle de su cabello me invadiera, amaba aquel olor.


Cada vez que rodeaba mi cuerpo con sus brazos algo se accionaba en mi estómago, ese algo que solo ella había sido capaz de causar en mi, cada vez que me tocaba, cuando me miraba, tenía la cualidad de producir ese efecto tan único, como ella.


—¡Jungkook! —alzó su voz bastante emocionada y alegre de verme—. ¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó con entusiasmo.


Era normal que yo la recogiera, pues algunos días de la semana, cuando su padre no podía pasar a recogerla, lo hacía yo, siempre aprovechábamos para pasar la tarde juntos, un día íbamos al parque de atracciones, al cine o simplemente nos quedábamos en casa jugando videojuegos.


—Hoy es tu día de suerte preciosa, te dejaré escoger.


—La verdad es que necesito una tarde de videojuegos con mi tío favorito —dijo con una sonrisa juguetona, a lo que yo sonreí ampliamente, pues yo era su único tío.


—Pues no se hable más, señorita móntese en el coche —ordené.


—Si señor —habló antes de que ambos soltáramos una leve carcajada.


A veces a ella y a mi nos daba por hablarnos muy educadamente o nos tratábamos como si tuviéramos la misma edad, a lo que yo siempre me quejaba y le decía que a los ancianos había que hablarles con respeto, siempre estábamos de broma el uno con el otro y eso me encantaba.


Cuando llevábamos unos minutos de camino me di cuenta de que Araya no llevaba puesto el cinturón, así que aproveché el siguiente semáforo para inclinarme hacia ella y ponérselo, ella se removió un poco incómoda en el asiento.


—Se me había olvidado —dijo con una sonrisa demasiado tierna.


—Esta bien —le sonreí de vuelta.


No era la primera vez que pasaba, más de una vez se daba la situación en la que la hacía sentir incómoda con mi cercanía, me era imposible evitarlo pues no era algo que yo planeaba, simplemente eran movimientos involuntarios.


Solía ser una persona fría y distante, a la que no le agrada mucho el contacto físico, pero cuando se trataba de ella, mi comportamiento cambiaba, me convertía en un oso amoroso, en una lapa insufrible que no se despegaba de ella ni con agua caliente.


Aquella era mi mejor escusa para acercarme a ella, alegar que era una persona muy cariñosa.


Llegamos a mi casa en menos de 10 minutos, el instituto de Araya estaba relativamente cerca por lo que el camino no es muy largo.


Bajamos del coche para adentrarnos en el edificio y poder coger el ascensor.

Aquel espacio cerrado de no más de un mísero metro cuadrado era uno de mis grandes enemigos, aquellos espacios cerrados sin salida aparente hacían que mi imaginación se disparara de una forma que no me gustaba en absoluto, más cuando Araya estaba presente.


Al fin llegamos al piso después de una eterna subida en aquel ascensor, observando como su pecho subía y bajaba a causa de su respiración, simples hechos que me parecían de lo más tentador, haciendo que mi cerebro se inundara de imágenes en las que la estampaba contra la pared y le hacía cosas que de seguro ella no esperaría.


"Jungkook hay que controlarse" me repetí a mi mismo.


Abrí la puerta de mi departamento el cual no era muy espacioso, más bien sencillo, constaba de una cocina, un salón, un cuarto de baño y por último dos dormitorios; uno de ellos usado de despacho donde poder trabajar, pero después de los últimos acontecimientos tendré que acomodarlo para Araya.


Nada más entrar me apresuré hacia la cocina, era la hora de comer por lo que supuse que Araya tendría hambre.


—¿Tienes hambre? —pregunté desde la cocina buscando algo comestible.


—Si, muero de hambre.


—Tengo ramen —hablé al fin hallando dichos paquetes en la alacena —lávate las manos y ve poniendo la mesa.


—Voy —refunfuñó un poco.


La comida fue amena, hablábamos de cosas sin sentido y de cómo le había ido a Araya en el Instituto.


Después de comer seguimos con nuestra rutina favorita, jugar al Fifa.


Araya estaba ganándome por goleada, por lo que fingía enojo por ello. No conseguía centrarme en el juego, mi mente seguía en aquel hospital y en cómo iba a decirle a Araya aquello.


Decidí que salir de allí era lo mejor, tomar un poco el aire, despejarme, para hallar el valor y el tacto que me faltaba para al fin contarle a Araya lo que sucedía.


—¿Araya quieres que vayamos a por chocolates y galletas para merendar? —formulé apagando la consola.


—¿Podemos comprar palomitas? —preguntó emocionada haciendo un leve puchero.

En estos momento era cuando Jeon Jungkook moría de ternura al ver aquella tierna imagen procedente de un ser malditamente sexy.


—Claro preciosa, lo que tú quieras —asentí siendo imposible decir que no.


En aquel supermercado Araya se encargó de echar todos los productos más dulces mientras yo la observaba desde atrás, arrastrando aquel carrito conmigo.


Cuando decidimos que aquellos eran dulces suficientes como para alimentarnos durante un mes fuimos a la caja.


Nos atendió una chica joven, algo mayor que Araya, pelirroja con escote, no tenía nada que fuera de mi interés.


—Hola ¿desea algo más señor? —dijo la cajera con un tono seductor que se quedó en intento.


—Nada más —contesté neutro, ni siquiera me molesté en regalarle una sonrisa, las tenía todas reservadas para Araya.


La anterior nombrada se apoyó en mi brazo con cansancio ganándose una mirada por parte de la cajera.


—Veo que viene usted muy bien acompañado ¿Le interesaría la nueva oferta de condones ultra finos más lubricante? —preguntó aquella pelirroja con una sonrisa en los labios.


Mi expresión seguía neutra, mientras que Araya se alejó de mí algo avergonzada, fingiendo mirar unos tomates en oferta que poseían el mismo color que su rostro.

No pude evitar sonreír al verla.


—¿Cuánto cuesta? —pregunté sin ningún apuro, percatándome de la intensa mirada sorprendida de Araya en mi persona.


—14'50€ señor.


—¿Cuánto? —formulé sorprendido —No no, eso es muy caro para una anciano pensionista como yo.


Araya no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar que hacía uso de una de las bromas que solíamos tener ella y yo, la cajera por su parte cambió su expresión, observándome como si fuera un piojo azul.


Dicho esto salimos los dos del supermercado cargando con las bolsas y muertos de risa.


A los pocos minutos llegamos a casa, y me puse a hacer las palomitas, Araya estaba detrás mía colocando las cosas que habíamos comprado, fue entonces cuando lo supe, era el momento de decírselo.


—Araya ven aquí —pronuncié junto a un carraspeo.


—Dime —clavó aquellos tiernos ojitos de Bambi en mi.


Suspiré, esto sería complicado.


—Verás, tengo algo importante que decirte.


—¿Qué pasa? —inquirió frunciendo el ceño.


—Bueno... Eh... Hoy te he recogido yo del instituto, sabes que siempre que tú padre no puede voy yo, pues verás... hoy ha sido un poco diferente —comencé a explicarme como pude, era realmente malo con las palabras.


—¿Qué quieres decir? —preguntó sin entender.


—Pues que está mañana me llamaron del hospital, diciendo que estaba muy mal y que querían que fuera un familiar.


—¿Cómo?¿Pero está bien?¿Por qué no me lo ha dicho antes? Tenemos que ir a verlo —dijo alterada con el propósito de marcharse de la cocina.


Agarré su mano, tirando de ella con suavidad, entrelazándola con la mía.


—No Araya escúchame un momento, no puedes ir a verlo.


—¿Por qué no?


—Él ya no está —susurré con mi mirada borrosa clavada en su rostro.


—¿Cómo que no está? —susurró de la misma manera que yo, mirando como una lágrima se deslizaba por mi mejilla, aquello fue como un detonante para ella.


—No han podido hacer nada por él —conseguí decir al fin.


Ella se quedó paralizada, me miró de la misma forma en la que yo la miraba a ella, con sus ojos cristalizados.


Me hizo recordar aquella vez en la que Hobi tubo que decirle que su madre había fallecido, nunca pensé que sería ahora yo el que tuviera que darle tal fatídica noticia.


No dudé en estrecharla contra mi pecho y envolverla entre mis brazos, intentando reconfortarla de algo que era imposible de reconfortar.


Por desgracia lo único que no tiene solución en esta vida es la muerte.




________________________________________________


Lamento la tardanza Sinners, he tenido unas semanillas ajetreadas.


He estado trabajando también el nuevo capitulo de resiliencia, queda muy poquito y me encantaría poder subirlo esta semana, pero no prometo nada.


Espero que les esté. Gustando Limerencia, intentare subir los capítulos mas seguido, sorry.


Muchas gracias por leer 💛💛💛


Love u Sinners ❤️❤️❤️



Pd: el capítulo nuevo de resiliencia lo voy a subir aquí y mas tarde lo subiré en wattpad, no se preocupen que creo que la app se encarga de notificarlos o mandarles un correo cada vez que actualizo algo, de todas maneras también lo avisaré en instagram.








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