top of page
Buscar
  • Foto del escritorJoonie Park

Limerencia - Capítulo 3


El llanto y los sollozos de Araya no cesaban, mi camisa se encontraba empapada a causa de las lágrimas derramadas.


Odiaba verla de aquella manera.


—Tranquila preciosa, voy a estar contigo —acaricié suavemente su espalda.


—Pero ¿qué voy a hacer ahora sin él? Es mi padre, ya no lo volveré a ver más, ya no volveré a reírme de sus chistes sin sentido, no volveremos a pasar tardes viendo partidos de fútbol, ni volveré a comer su lasaña de los domingos, ya no volveré a estar con él —habló alterada y entrecortadamente.


—Nada de eso —negué con mi cabeza—. Araya tu padre siempre va a estar aquí con nosotros, puede que no vuelvas a comer su lasaña de los domingos o ver los partidos con él, pero nunca se irá, él está aquí —dije apuntando hacia su corazón— y aquí —esta vez apunté a su cabeza— tu padre siempre estará vivo en nuestros recuerdos, mientras que no lo olvidemos seguirá aquí, con nosotros.


Volvió a abrazarme fuertemente, esta vez su llanto había cesado, ya no lloraba como antes.


Nuestro abrazo duró unos minutos más, hasta que fue roto por mí, observé sus ojos, se encontraban rojos e hinchados, con todas sus pestañas apiladas a causa de sus lágrimas. Su rostro estaba húmedo, por lo que no dudé en pasar las mangas de mi camisa por este, secándolo, ganándome una débil sonrisa de agradecimiento.


—¿Quieres que pongamos una peli? Es lo mejor para despejar la mente —dije con voz calmada.

Pensé que lo mejor ahora sería distraer la mente, pensar en otra cosa, y qué mejor forma de hacerlo que con una película.


—Está bien —contestó con voz gangosa a causa del llanto.


—¿Qué te apetece?


—Las horas.


—Araya te digo que veamos una película para despejarnos y no pensar tanto, y tú eliges una película que trata sobre las formas de morir de una persona: la física, la muerte en vida, y la muerte de la persona que te da vida —dije mirándola con mi característica cara de asombro.


Ella asintió en respuesta.


—Tu eres masoquista —comenté incrédulo con una sonrisa intentando hacerla sentir mejor.


—Puede, pero solo un poquito —respondió sonriendo levemente y señalando con los dedos ese poquito.


Sonreí satisfecho, al menos le había sacado una pequeña sonrisa.


—Esta bien, pues no se hable más, lo que la señorita pida —cedí como siempre, pues es lo que tenía Araya, que era casi imposible decirle que no.


Cogí las palomitas y algunos chocolates para después sentarme en el sofá, acto que imitó Araya sentándose a mi lado.


En el comienzo de la película Araya se hallaba un poco alejada de mí, pero conforme la película fue avanzando menor era el espacio que nos separaba, hasta el punto en el que quedó recostada a mi lado, con su cabeza en mi regazo.


Comencé a acariciarla y a juguetear con su pelo. Tenerla en esta posición me estaba poniendo nervioso, recordando que ella seguía llevando esa dichosa falda que tantas ganas tenía de arrancar, la cual estaba un poco subida, revelando una buena porción de sus deseables piernas.


Intentaba apartar mi lujuriosa vista de sus piernas, y no pensar en nada subido de tono, ya que conociéndome, si seguía así iba a tener una erección, eso, sin duda, era algo que no podía suceder, pues su cabeza se hallaba justo encima de mis piernas.


Solo el hecho de pensar que podía llegar a notar una erección mía me aterraba ¿qué iba a pensar de su tío? ¿qué explicación podría dar al respecto? Ninguna, seguramente su visión hacía mi cambiaría al igual que su pensamiento, pasaría a ser el tío enfermo que se fija en su sobrina adolescente, sin duda le daría asco.


La película había llegado a su fin y Araya se había quedado profundamente dormida en mi regazo. Decidí cargarla en mis brazos como la princesa que es y llevarla a mi habitación, donde posé su cuerpo sobre mi cama, por último la arropé con las sábanas con la intención de que el frío no se adueñara de ella durante la noche.


La observé por unos segundos, su rostro delicado, no había excepción, dormida seguía viéndose preciosa.


Suspiré, se avecinaba el gran debate en mi cerebro ¿dónde dormiría Jeon Jungkook aquella noche? ¿Tumbarme a su lado? ¿marcharme y dormir en el incómodo sofá?


Aquella era mi cama, pero no quería hacerla sentir incómoda si dormía a su lado, añadiendo que probablemente mi sueño no hiciera presencia aquella noche, pues con mis nervios dudo que pueda dormir en la misma cama que ella.


Decidido a marcharme de la habitación con el propósito de dormir en el sofá, fui interrumpido por una pequeña mano rodeada a mi brazo.


—Jungkook, quédate conmigo. No quiero estar sola —su adormilada voz hizo presencia en la habitación.


—Está bien —contesté dulce y con una pequeña sonrisa que no pude evitar.


Ella quería dormir conmigo y eso me hacía sentir demasiado feliz.


Me dirigí hacia mi armario con rapidez, donde cambié mis pantalones por unos más cómodos, solía dormir en ropa interior, pero aquella vez haría una excepción, no quería incomodarla con mi desnudez.


Introduje mi cuerpo en la cama, a su lado. Ella se encontraba dándome la espalda, por lo que decidí dejarlo así. Quería abrazarla por la espalda y apretarla contra mi cuerpo, pero mi mente no me lo permitía, a su lado me convertía en un hombre asustadizo e inseguro, que se replantea sus acciones decenas de veces con el propósito de no incomodarla o que mi pensamientos lascivos no salieran a la luz.


Cerré los ojos con fuerza deseando que mis pensamientos cambiaran, que dejara de verla de aquella manera tan poco fraternal, pero todos aquellos deseos eran inútiles, a mis 24 años ya podía dar por perdida la batalla contra mis sentimientos y deseos.


Mis pensamientos fueron interrumpidos por un pequeño cuerpo pegado a mi, con sus manos rodeando mi abdomen y su cabeza pegada a mi pecho.


—Gracias —dijo Araya en un susurro casi inaudible, pero perceptible para mis oídos.


En respuesta alcance a rozar mis labios con su cabeza, dejando un tierno beso en ella.


Con una mano rodeé su espalda mientras que con la otra impartía leves caricias en el brazo que rodeaba mi abdomen, hasta que sentí su respiración más pesada, indicándome que se había quedado dormida.


Decidí acallar mis pensamientos e intentar dormir. Hoy sin duda había sido un día largo y cargado de emociones, debía estar descansado para mañana.



__________________________________________________________________________________


Sinners estoy de vuelta, lamento la tardanza, estaba liada con los estudios, sorry.


Tengo unos cuantos proyectos en mente para este verano jiji.


Como siempre muchas gracias por leerme, intentaré actualizar todas las semanas mínimo un cap.


Love u Sinners















1271 visualizaciones2 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Limerencia - Capítulo 1

El sonido que emitían bolígrafos al chocar contra la madera de las mesas, las teclas siendo pulsadas incesantemente por los dedos de mis...

Limerencia - Capítulo 2

En el momento que Araya me vio se acercó a mí con una gran sonrisa en el rostro, se veía hermosa cuando sonreía. Abrazó mi cuerpo,...

bottom of page