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  • Foto del escritorJoonie Park

Limerencia - Capítulo 1

El sonido que emitían bolígrafos al chocar contra la madera de las mesas, las teclas siendo pulsadas incesantemente por los dedos de mis compañeros, las sirenas de los coches patrulla, los teléfonos esperando ser atendidos, todo aquello apagaba el silencio dando vida a la comisaría en la que trabajaba día tras día.

Esta vez el que sonaba como loco no era el teléfono de la comisaría, sino el mío.


Atendí la llamada despreocupado.


—¿Es usted el señor Jeon? —pronunció una voz femenina al otro lado de la línea.


—Si, dígame ¿quién es usted?


—Buenos días, le llamo del Centro Médico Asan, era para informarle de que el paciente Jeon Hoseok no se encuentra en buen estado, ha empeorado mucho en las últimas horas y necesitamos que venga un familiar.


—Voy para allá —pronuncié con rapidez antes de colgar.


En aquel momento sentí realmente lo que era el miedo, esa sensación de angustia que aprisiona tu pecho como si quisiera robar el aire de tus pulmones.

No recuerdo con exactitud lo sucedido en los minutos colindantes a aquella llamada, solo recuerdo pisar a fondo el pedal del acelerador, el ensordecedor sonido de la sirena, aquel color amarillo auto intermitente, esquivar los coches que se cruzaban por mi camino, como si mi única meta en la vida fuera llegar a aquel hospital lo antes posible, pues así era en aquel momento.


En un abrir y cerrar de ojos me hallaba en el estacionamiento de aquel hospital, escuchando el ruido seco al cerrar la puerta del coche con fuerza, cómo crujía la calzada bajo mis acelerados pasos, sintiendo el frío aire entrando en mis pulmones con rapidez, la calidez de mi piel, mi corazón desbocado y una pequeña a la par que helada gota de sudor cayendo por mi espalda, causando que un escalofrío recorriera mi cuerpo de pies a cabeza.


Me adentré en el hospital, encontrando la recepción y con esta a la recepcionista a la que no me faltó tiempo para abordar con mis desesperadas preguntas.


—¿La habitación del paciente Jeon HoSeok? —formulé con rapidez.


—¿Es usted familiar del señor Jeon? —pronunció aquella chica con calma, haciendo que la mía se esfumara.


—Si —alcé mi tono de voz.


—De ser así tendrá que rellenar el siguiente formulario...


Me fue imposible dejarla terminar.


—¡Qué me diga cuál es su habitación! —exclamé bastante alterado, no podía reaccionar de otra manera, el miedo y angustia estaban corroyendo mi ser.


—315 —respondió con rapidez mirándome con una mezcla de asombro y miedo.


No me molesté en darle las gracias, saber el número de aquella habitación accionó mis piernas en cuestión de segundos, encontrándome en ese momento corriendo desesperado por aquel frío pasillo de hospital.


Al cruzar la puerta, bautizada con dicho número, me encontré con un HoSeok tumbado en la cama, débil y pálido, la enfermedad se lo estaba comiendo poco a poco.


Verlo de esa manera creó en mi un sentimiento de tristeza e impotencia por no poder hacer nada al respecto.


Hoseok solía ser un hombre bromista y alegre, el alma de la fiesta, el nombre que aparecía en tu mente cada vez que necesitabas ayuda, como una aparición divina que era capaz de curarte de todos los males con tan solo una sonrisa.


Su fuerza y grandeza se veían consumidas en aquella camilla y me dolía, dolía ver como la única persona que había confiado en mí, el único que me había apoyado sin importar que, se desvanecía lentamente.


Era mi consejero, mi amigo y mi hermano, él me convirtió en el hombre que soy ahora.


—Jungkook —llamó al darse cuenta de mi presencia.


—¿Cómo estás? —pregunté con preocupación en mi voz.


—Acércate —hizo un débil ademán — necesito que me escuches —habló cogiendo mi mano y acercándome aún más a él—, tú y yo sabemos que mi tiempo aquí ha terminado —pronunció haciendo que la lágrima que llevaba conteniendo desde hace rato resbalara por mi mejilla sin previo aviso—. Quiero que te encargues de Araya—bajé mi mirada antes sus palabras—. Mírame —ordenó—, necesito que te encargues de ella, sé que nadie la va a cuidar mejor que tú.


—No digas eso —hablé, una vez más, intentando contener mis lágrimas.


—Jungkook no tengo nada más que hacer aquí, mi tiempo se ha acabado, al fin voy a reunirme con la madre de mi hija —dijo mostrando una pequeña sonrisa en sus labios—. Te llevarás a mi pequeña a tu departamento y la cuidaras como sólo tú sabes hacerlo, sé que lo harás bien, confío en ti.


Asentí siendo incapaz de pronunciar palabra.


Incluso en momentos como aquel Hoseok conseguía sacar fuerzas para regalarme una sonrisa tranquilizadora, esa que sin emitir sonido alguno lleva escritas las palabras “todo va a salir bien”.


—Ya he arreglado todos los papeles, lo único que falta es tu firma para convertirte en su tutor legal.


Volví a asentir, sin estar muy seguro de aquello, amaba a aquella chica y sería capaz de morir por ella, pero no estaba seguro de ser el mejor candidato para hacerse cargo, teniendo en cuenta mis sentimientos hacía ella.


—Sólo te voy a pedir una cosa Kook.


—Lo que sea —conseguí al fin pronunciar palabra.


—Te pido que seas fuerte, tal y como lo has sido todos estos años, te pido que la cuides y que la esperes —dió un ligero apretón a mi mano.


—¿Qué la espere? No entiendo Hobi —pregunté frunciendo mi ceño intentando entender.


—Espera a que sea mayor de edad, espera que se haga una mujer y espera que te elija.


—Hobi yo…—titubeé.


—Jungkook he visto cómo la miras, cómo lo has hecho todos estos años, no la ves con los mismos ojos que la veo yo.


En ese momento me paralicé, el miedo y la confusión inundaron mi cuerpo, dejándome aturdido.


—Tranquilo, no espero que hables ahora de esto, al fin y al cabo nunca lo has hecho, sólo prométeme que la vas a esperar y respetar—añadió con comprensión.


Al fin y al cabo era Hobi, él siempre me entendería y nunca me juzgaría. Aquello hizo que un sollozo saliera desde lo más profundo de mi ser.


Había guardado y cargado aquel secreto durante años, desde mi adolescencia, la manera en la que Hobi habló de aquello hizo que pudiera respirar como no lo había hecho nunca, al fin él sabía la verdad y no me odiaba por ello.


—Te lo prometo —susurré entre sollozos abrazándolo, en ese momento lo necesitaba más que nunca.


— Te quiero Kookie —habló acariciando mi cabeza, haciéndome saber la sinceridad de sus palabras con aquel cariñoso gesto—. Sigues siendo mi pequeño hermanito —comentó con cierto deje cariñoso—. Dile a Araya que la quiero, que no esté triste por mi, dile que al fin estaré con su madre y sobretodo dile que sea feliz y siga sonriendo de esa manera única que ha heredado de su padre, díselo Jungkook.


— Se lo diré, te lo prometo —dije con mi voz rota, aquella conversación me estaba destrozando por dentro.


Aquellas fueron las últimas palabras que escuchó HoSeok. Sus ojos se habían cerrado, su pecho había dejado de subir y bajar, ya no era capaz de escuchar el latido de su corazón pegado a mi oído.


HoSeok se había ido.


No podía dejar de llorar, mis lágrimas salían a borbotones de mis ojos sin control, lo estreché fuertemente en mis brazos, como si así consiguiera que se quedara conmigo unos minutos más, como si así pudiera volver a escuchar su voz y su risa de nuevo, pero no fue así, por mucho que lo estrechara contra mi el no volvería, pues ya no estaba allí.


Respiré hondo e intenté relajarme, debía ser fuerte por Araya, tenía que estar para ella y eso haría, ser fuerte por ella.


Tras un par de horas, cuando había conseguido calmarme y empezar a sentirme menos abrumado, llamé al notario para firmar los papeles que me convertirían en el tutor legal de Araya.


Leí detenidamente el papel que portaba en mis temblorosas manos, en él se explicaban mis deberes como tutor legal: manutención, escolarización de la menor, etc.


Todo esto no suponía un problema para mí, puesto que tenía un sueldo fijo todos los meses, y un hombre soltero de 24 años no es que tenga muchos gastos aparte de pagar el alquiler del apartamento y la comida.


Después de firmar me dirigí hacia el instituto de Araya, esta sería la parte más difícil de todas.


¿Cómo decirle a la persona que amas que su padre ha fallecido?


Aún ni siquiera era capaz de asimilar todo lo ocurrido, no tenía ni idea de cómo decírselo delicadamente y de la forma menos dolorosa posible, teniendo en cuenta que mi delicadeza a la hora de hablar rozaba el menos uno.


Tendría que buscar la mejor manera de decírselo, pero no la hallaba, esto me venía demasiado grande.


Cuando me quise dar cuenta ya estaba en la puerta del instituto donde la vi a ella, llevaba ese maldito uniforme escolar que le sentaba tan bien, le hacía parecer una niña con ese lazo atado al cuello, se veía preciosa; pero todos esos pensamientos puros se me iban de la cabeza cuando bajaba la mirada y me encontraba con esa diminuta falda, a pesar de que la llevaba mucho más larga que las demás chicas y que no revelaba demasiado, era capaz de hacer a mi imaginación volar de una manera estrepitosamente indecente.


La forma en la que caminaba y como se veían sus piernas cuando lo hacía.


"Joder Jungkook céntrate, es tu sobrina y ahora eres su tutor legal" me recordé a mi mismo.


Respiré hondo un par de veces con el fin de quitarme todos aquellos pensamientos turbios de la cabeza y me concentré en el ahora, en cómo iba a contarle que su padre había fallecido.



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Aquí les dejo el primer capítulo de Limerencia, espero que les guste, quería subirlo antes de que acabara la semana y aquí está, mas vale tarde que nunca 😅.


Cabe mencionar que esta novela la escribí cuando tenía 17 años (ahora tengo 20 jeje), no sabía todo lo que sé ahora y era menos consciente de las cosas.


Me gustaría aclarar que el contenido de esta novela es 100% ficticio, que no hace apología de la pederastia ni la pedofilia, de todas maneras iré aclarando cositas en los siguientes capítulos acerca del contenido de la novela.


Muchas gracias por leer 💛💛💛


Love u Sinners ❤️❤️❤️



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